La boda de Sandra y Jorge

Una boda íntima en un entorno inigualable

Sandra y Jorge llevan unidos toda la vida. Ser vecinos desde siempre hizo que sus caminos, aunque no lo supieran, discurrieran de manera paralela.  “Hemos tenido durante muchos años gente en común y, de hecho, por trabajo en alguna ocasión nos hemos cruzado”, cuenta Sandra. Pero no fue hasta mayo del año pasado cuando sus vidas de verdad dieron un vuelco. 

La familia de Jorge tiene un restaurante familiar en el barrio, sitio al que Sandra y sus amigas acudían con cierta frecuencia. “Un domingo de mayo del año pasado coincidimos tomando algo, él con un amigo y yo con una amiga, y desde ese día, no nos hemos separado. A los tres meses, empezamos a trabajar juntos y me fui a vivir con él”.

El momento pedida llegó en diciembre del año pasado: “Fuimos a pasar el Año Nuevo a Formigal. El 1 de enero subimos a esquiar, estaban las pistas casi vacías y era un gusto. Me dijo de subir a una pista porque había un mirador y quería hacerse una foto, algo que a mí me extrañó mucho, ya que odia las fotos, pero no le dí importancia. Subimos y nos fuimos fuera de la pista a una especie de acantilado. Ahí nos sentamos y empezamos a hablar de nosotros y de la suerte que teníamos de habernos encontrado después de tanto tiempo, entonces ahí sacó el anillo. Fue la bajada más feliz de mi vida”, recuerda la novia.

La boda de Sandra y Jorge: momento de organizarlo todo

El lugar escogido para el gran día fue la Finca San Marcos, situada en Soria. “Era todo lo que habíamos imaginado, un espacio con una ermita pequeña, mucho verde y todo cuidado con un detalle increíble”. 

Por trabajo, la novia está siempre en constante búsqueda de espacios en los que celebrar eventos y este sitio que descubrió por Instagram cumplía con todo lo que ellos buscaban. En cuanto a la ceremonia, fue por la iglesia muy íntima y especial. “Terminamos la ceremonia con una canción flamenca en recuerdo al papá de Jorge que de alguna manera, ese día estaba con nosotros también”, añade Sandra. 

El catering corrió a cargo de La Bonotte. “Al tener un restaurante familiar Jorge es muy crítico con la comida y queríamos hacer un menú muy personal, como si fuera una de nuestras cenas en casa: nuestro vino favorito, un tomate de la huerta y carne. Y así hicimos”. 

La Bonotte puso parrillas a la vista, “el olor a carne a la brasa era una maravilla”. Carlos y Alba, los dueños de la finca, les presentaron a Sergio de La Bonotte y quedaron para cenar en Piantao, un argentino de Madrid. “De postre pedimos la tarta de queso de dulce de leche y Jorge y yo inmediatamente nos miramos y pensamos lo mismo. Sergio ya sabía lo que íbamos a decir y el 20 de agosto teníamos nuestra tarta favorita en la boda”.

Los detalles de la novia…

El vestido de Sandra está firmado por Isabel Núñez de Inuñez y el traje de Jorge de una sastrería, amigos de él, Purple Luxury

Para peluquería y maquillaje la novia confió en María Serrano. “Hace 2 años guardé en Instagram un peinado suyo y sabía que el día que me casara, tenía que ser ella. De la misma forma que con Isabel, confié mucho en su criterio, le dije lo que quería y de hecho, el mismo día de la boda por la mañana, cambiamos el peinado, ya que no estaba al 100% cómoda y fue inmejorable”. 

Para esos momentos previos Sandra llevó el modelo Yoko Ono en Beige de Serên Collection. Bata y camisón confeccionados en rayón y lino con detalle de escamas en el escote y las mangas. Una de las más elegantes y originales de nuestra colección. Fue un regalo de su madre.

“Lo de los zapatos fue algo bastante inesperado, como el que empieza la casa por el tejado, yo empecé mi vestido de novia por los zapatos. Me enamoré de las sandalias de Jimmy Choo, sin embargo, cuando fui a la tienda a probármelas, me decepcionaron un poco. A un mes de la boda no tenía zapatos y no quería conformarme con los típicos zapatos de novia. Entonces, de pronto me salió la marca Loeffler Randall en Instagram y creía que esos zapatos estaban hechos para el vestido. 

Como joyas, Sandra optó por un anillo con esmeraldas que fue un regalo que sus abuelos le hicieron de pequeña. Eran unos pendientes de su bisabuela que convirtieron en un anillo para ella. En cuanto a los pendientes, la novia no quería unos de “estilo novia” y buscando se topó con una joyería muy pequeña de Madrid, situada en la calle Hermosilla.

El momento de la diversión

Durante la ceremonia y el banquete Jorge y Sandra contrataron a un cuarteto de violinistas de Soria, el cuarteto Keltilberoi. Durante el cóctel estuvo Gus Matheus tocando canciones estilo pop y como DJ contaron con Ardiya

Días de Vino y Rosas era una de las opciones favoritas de Sandra para inmortalizar todos los momentos. “Una de las cosas que me hicieron decidir la fecha fue la disponibilidad de Ceci el  20 de agosto. Inmediatamente, cerramos fecha y fotógrafo. Luego, les conté un poco la idea de vídeo que tenía en la cabeza, y me recomendó a Unai Etxebarria. Había trabajado para Vogue y con Clara Diez de Fromage, solo viendo sus trabajos me encantó”. 

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